Los White Sox siguen adelante con la incerteza por Tony La Russa

"Sólo esperas que todo vaya bien"

Tony La Russa, mánager de los Chicago White Sox, gastó la mayor parte de la tarde del pasado martes en el campo observando a determinados jugadores realizar sus primeros ejercicios. Tenía su rueda de prensa habitual en el banquillo de los Sox justo tres horas antes de un primer lanzamientos a las 19:10. Habló suave y entrecortadamente, como siempre hace, mientras repasaba la dosis habitual de novedades de los lesionados de los White Sox, abordaba la cada vez más extrema clasificación de su equipo en la AL Central y recordaba tiempos pretéritos con Dave Stewart, invitado a la práctica de bateo anterior al partido.

Nada de la tarde del martes hacía presagiar que algo inusual estaba por venir. La Russa se paseó y observó el entrenamiento de bateo, como de costumbre, con su bate fungo ubicado entre su espalda y sus brazos colgando detrás suya. Entabló dos conversaciones distintas con Rick Hahn, director general con quien se le puede ver a menudo antes del encuentro, acerca de los asuntos del día a día. Y, alrededor de las 17 horas, seguía en el terreno de juego mientras respondía las preguntas de Jesse Rogers, periodista de ESPN.

Una hora y cuarto después, los White Sox anunciaron que La Russa no dirigiría el martes por la noche “por orden de sus doctores”. Como ya ha hecho dos veces antes, Miguel Cairo, entrenador de banquillo, reemplazó a La Russa en el cargo y los Sox manifestaron que no se esperaban noticias del estado del mánager hasta justo antes del partido del miércoles. Entre la noche del martes y entonces, afirmó el equipo, La Russa se sometería a más pruebas. Después del compromiso, no se aportó ninguna novedad de importancia respecto al estatus de La Russa y quedó claro que todo aquello que fuera más allá de lo proporcionado en la nota de prensa sería especulativo. Los que llevaban puesto el uniforme de los White Sox el martes por la noche, desde luego, no sabían más.

Cairo aseguró que ser preguntado una hora antes del primer lanzamiento para hacer las veces de mánager por tercera vez en su carrera no era una gran carga logística. La alineación y la disponibilidad desde el bullpen ya se habían previsto para la noche del martes y el entrenador de banquillo se mostró preparado para dar un paso adelante y dirigir el partido. El miércoles hizo lo mismo y no ofreció más detallas sobre La Russa aparte de decir que todo depende de los exámenes posteriores.

El testimonio de Cairo no es necesario. La mera existencia de una segunda etapa de La Russa en el cargo de los White Sox, que comenzó después de su 76.º cumpleaños e introducción al Salón de la Fama, es una prueba de su deseo de ocupar un banquillo. Más allá de sus frecuentes comentarios sobre su motivación y dedicación a liderar el equipo, las historias de las largas horas de La Russa en el parque se han extendido sin su ayuda. Un problema médico tan serio como para alejar a La Russa del parque, incluso sin noticias específicas de los White Sox antes o después del encuentro del martes, acarrea una gravedad y una preocupación implícitas.

“Sólo esperas que esté bien”, deseó Lucas Giolito, pícher de Chicago.

Tony La Russa, mánager de los Chicago White Sox, dirige a su equipo desde el banquillo ante los Arizona Diamondbacks el pasado 26 de agosto. Getty Images

A todo esto, los White Sox perdieron su quinto partido seguido y sufrieron su cuarta derrota consecutiva en casa ante un equipo con un registro perdedor, en medio de lo que debería ser el tramo decisivo de su calendario. Una derrota por 9 a 7 a manos de unos Kansas City Royals en reconstrucción les dejó tres partidos por debajo del .500 a las puertas de septiembre y su desventaja en la clasificación de la división se hinchó hasta los seis partidos, la mayor desde el 8 de julio.

Teóricamente, la ausencia de La Russa podría tener tanto efecto como la de cualquier mánager. La directiva de los White Sox le otorga una cantidad envidiable de autonomía en las decisiones sobre el terreno de juego, asume la particular propiedad de los cambios de lanzadores y la estrategia ofensiva y sus posibilidades en ese ámbito son únicas. El martes por la noche, el efecto pareció simplemente confuso, un evento surrealista en una temporada surrealista en la que el béisbol de los White Sox ha saltado por los aires justo cuando la actividad diaria natural de la Major League Baseball ha regresado finalmente a la normalidad. Cambios importantes están en marcha seguramente para cuando la temporada toque a su fin ya que las modificaciones menores durante la campaña no han variado el rumbo.

Pero este no es el cambio de un diseño o una intención. En un año lleno de solemnes vestuarios de los White Sox tras preocupantes lesiones, la noche del martes destiló el mismo aroma, pero con una incerteza mayor acerca de lo que significa y de lo que está por venir para La Russa.

~Ferran On Sports~

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