La dulce redención de los Bucks
Milwaukee ganó el martes su primer campeonato en 50 años, este equipo se ha reivindicado ahora y para siempre
Esta fue, en primer lugar, una coronación para Giannis Antetokounmpo, la paradigmática anomalía baloncestística que acaba de cerrar una etapa de tres años, que ha incluido dos MVP de la temporada regular y un Premio a Jugador Defensivo del Año, y ha sacado adelante una majestuosa postemporada que ha culminado en una de las mejores actuaciones en las Finales en la historia de la NBA.
Giannis liquidó a los Phoenix Suns y proporcionó a los Milwaukee Bucks su primer campeonato en 50 años con una obra maestra en el Game 6 de 50 puntos, 14 rebotes y cinco tapones en la que exhibió todas las habilidades que ha estado perfeccionando los últimos ocho años. Atacó el espacio que Deandre Ayton y Jae Crowder le otorgaron en los emparejamientos y penetró mediante Eurosteps hasta la canasta como quiso. Eludió a los defensores que llegaban en la ayuda con un ágil juego de pies en el poste, conectó tiros en suspensión a la media vuelta, ahogó a los bases en cambios cuando no estaba limpiando el aro en defensa y - como remarcó él en la rueda de prensa posterior al partido - anotó 17 de sus 19 tiros libres.
Supuso un gran hito que había tardado mucho tiempo en llegar para un jugador cuyas dos temporadas de MVP acabaron con él estrellándose contra paredes de defensores, sufriendo para encontrar respuestas a coberturas al espacio y saliendo mal parado de la línea. También validó su decisión de confiar en los Bucks - y en su propia capacidad para llevarlos donde no habían estado desde la época de Kareem y Oscar - y firmó una extensión máxima de cinco años la pasada offseason.
Mientras que Giannis descansa en el centro de todo esto, por encima de todo y de todos en la organización, el campeonato de los Bucks es una dulce redención para toda la franquicia.
El general manager Jon Horst y su equipo reconocieron la urgencia de una plantilla más versátil y de una mejora en la posición de base. La capacidad de anotación en el uno contra uno de Jrue Holiday puso un tipo totalmente diferente de presión a las defensas rivales. Su Game 6 contra Atlanta - cuando los Bucks liquidaron a los Hawks sin Giannis - y Game 5 contra Phoenix - cuando anotó 27 y 13 y selló la victoria con la jugada de su vida - habrían justificado el traspaso por sí solos, sin tener en cuenta que su defensa sobre Trae Young y Chris Paul ayudó a dar la vuelta a esas series aunque no tuviera un gran acierto en el tiro. Pese a anotar un 36.1% desde el campo y un 31.4% desde el triple, registró el mejor más menos de cualquier jugador en las Finales (+6.2).
Mike Budenholzer utilizó la temporada regular para experimentar con diferentes coberturas defensivas y repasar el ataque del equipo con un nuevo enfoque en el puesto de dunker y sacrificó el dominio rutinario de las dos anteriores temporadas en favor de la construcción de diferentes tipos de músculos tácticos. Añadió más cambios y trabajó con sus interiores al nivel sin comprometer los principios de ayuda de los Bucks o el espíritu de proteger el aro a todo coste. En los playoffs, tensó finalmente su rotación y se apoyó fuertemente en sus mejores jugadores y se convirtió en un estratega más proactivo.
Los Bucks alternaron entre esquemas defensivos según dictaban las circunstancias. Introdujeron pick and rolls más variados en su dieta ofensiva, con Khris Middleton asumiendo con aplomo una mayor parte de las tareas de iniciación mientras Giannis empezaba a migrar lejos de la parte alta del parqué y se comprometía a ser más una amenaza de pantalla hacia dentro. Middleton tuvo su parte de noches difíciles en el tiro, pero realizó decisivos tiros en suspensión durante toda la postemporada.
Existe una particular emoción al ver a un equipo tener éxito en tantas de las vías en las que falló en el pasado y los Bucks se las arreglaron para hacerlo de una manera que parecía específicamente diseñada para reescribir su reciente historia en el playoff.
También existe redención en el éxito nacido de las cosas que los Bucks no cambiaron. No abandonaron la caída, base de su defensa, incluso mientras desarrollaban más alternativas y esa fue absolutamente esencial en la victoria de cada serie. Jugaron con Giannis en el 5 más rápidamente de lo que habían hecho en el pasado, pero nunca se desviaron de su identidad como un equipo que buscaba abrumar a sus rivales con la envergadura. Fueron dueños de la pintura y el cristal en ambos extremos del parqué a través de la postemporada y nunca tanto como en las Finales contra los Suns sin Dario Saric. Su capacidad para jugar pick and rolls dos contra dos secó los pases de lado a lado y los triples desde la esquina con los que subsistía el ataque de Phoenix.
Brook Lopez, tergiversado en el pasado como una desventaja en los playoffs, paralizó completamente el ataque de Miami en la Ronda 1 y siguió siendo un importante punto positivo mientras navegaba una serie de tortuosas tareas defensivas contra algunos de los equipos de pick and roll más letales de la liga de la Ronda 2 a la 4. Consumió a Ayton y borró cualquier presión interior de los Suns en las últimas fases de las Finales.
Los Bucks fueron un muy buen equipo liderado por un trascendental talento versátil. Construyeron una excelente defensa desde el interior, obtuvieron puntuales contribuciones ofensivas de sus jugadores de apoyo y estrellas secundarias, lograron escapar en la segunda ronda contra su rival más duro y jugaron lo suficientemente bien en los momentos correctos para sobrevivir y reclamar el premio definitivo.
El proceso estuvo lejos de ser perfecto y la manera en que se desarrollaron las cosas puede que no sea repetible. La plantilla aún sufrió de la falta de tiro de tres que amenazó con hundirla en varios puntos.
La offseason fue una mezcla de éxitos y fracasos para la directiva. Apretaron el gatillo con el traspaso de Holiday y consiguieron que Giannis firmara su extensión, pero también les costó a Bogdan Bogdanovic tras filtrar un acuerdo de firma y traspaso antes de que fuera técnicamente legal para ellos negociar con él. Entonces acabaron otorgando un año extra a Pat Connaughton y alrededor de $6 millones más en sueldo garantizado después firmarlo inicialmente a un contrato Early Bird que no era compatible con el tope salarial.
Y todo más o menos funcionó de todas formas. Los Bucks hicieron un buen uso de la flexibilidad del tope salarial que tenían para trabajar después del fiasco de Bogdanovic. El fichaje de D.J. Augustin fue un fracaso, pero fueron capaces de utilizar su espacio salarial para traspasar por P.J. Tucker, que les proporcionó una dosis extra de flexibilidad en la alineación y dureza defensiva y jugó un papel crucial especialmente en su victoria en la segunda ronda sobre Brooklyn.
Bobby Portis era un denostado proyecto de recuperación que demostró ser un valioso fichaje bianual de excepción - un verdadero interior polivalente que acertó desde lejos, aprovechó su envergadura en el cristal ofensivo contra las unidades más pequeñas de Atlanta y Phoenix, aguantó sorprendentemente bien en cambios defensivos y ayudó a rescatar a los Bucks de un potencial colapso con un masivo empuje desde el banquillo en el Game 6 que aseguró el título. Todo lo que hizo Connaughton fue conectar 15 de sus 34 triples en las Finales mientras se hacía con 10 rebotes ofensivos, jugaba una sonora defensa de equipo y continuaba dando viabilidad a las alineaciones con Giannis en el pívot en ausencia del lesionado Donte DiVincenzo.
Como podían haber sobrevivido a sus defectos en 2019 - contra los Toronto Raptors - o 2020 - contra los Miami Heat - con mejor suerte, sus esfuerzos para evolucionar en 2021 no habrían marcado la diferencia de no ser por las lesiones de los Nets o el “gigantesco pie” de Kevin Durant. La cuestión es que los Bucks han estado a nivel de campeonato ahora durante tres años. Este es sólo el año en que las cosas les han funcionado, en parte porque han realizado un esfuerzo mayor para controlar ciertas variables y en parte porque ciertas variables incontrolables han ido a su favor.
El campeón de cada temporada se beneficia de la suerte de alguna manera o forma. Pero la bandera que colgará en el Fiserv Forum no será diferente por ello. Puede que los Bucks hayan tomado una ruta sinuosa y se hayan perdido unas pocas veces a lo largo del camino, pero han llegado en última instancia a un precioso destino al que pocos equipos han logrado llegar nunca.
Ninguno de esos baches en la carretera importa ahora. Ni el fallido traspaso de Bogdanovic, o la complicación del contrato de Connaughton, o la debilidad en el tiro libre o los descabellados triples de Giannis, o los calamitosos minutos de Jeff Teague, o la obstinación de Budenholzer a lo largo de estos años, o la decisión de dejar ir a Malcolm Brogdon, o el a menudo forzado ataque a media pista, o las varias veces que la caída falló, o los problemas de tiro de todo el equipo que persistieron a través de las primeras tres rondas de estos playoffs. Todo ello es agua pasada.
Milwaukee ganó el martes su primer campeonato en 50 años. Este equipo se ha reivindicado ahora y para siempre.
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