El futuro de la MLB: la reordenación y el final del juego entre ligas

La MLB tiene la oportunidad de repensar su mapa y debe considerar algo radical

En algún momento, después de la posible próxima huelga de la Major League Baseball y el eventual acuerdo de paz, y después de que la MLB decida dónde jugarán a largo plazo los Oakland Athletics y los Tampa Bay Rays, es probable que la liga se expanda. Se ha hablado bastante de ello en los últimos años. Dos nuevos equipos brindarían a los dueños lucrativas tasas de expansión y dos nuevos mercados. La MLBPA ganaría más trabajos. El deporte está en su sequía de expansión más larga de la era moderna, sin nuevos equipos añadidos desde 1998. La expansión también facilitaría la dificultad en la planificación que resulta de tener dos ligas de 15 equipos.

Pero la expansión significará que el béisbol tendrá que someterse a su reordenación más grande desde el comienzo de la era del wild-card. Para acomodar 32 equipos, la MLB tendrá que crear nuevas divisiones. La expansión presentará retos y cambios, pero también oportunidades para crear nuevas rivalidades y fortalecer las existentes. También podría ser una oportunidad para potenciar el All-Star Game y la Serie Mundial, dos de los eventos escaparate de la MLB que continúan viendo cómo disminuye su audiencia televisiva.


La nueva reordenación dejaría a Cubs y White Sox juntos en la misma división. Si los equipos de Chicago jugaran más a menudo y con la división en juego, la rivalidad podría convertirse en una de las mejores del deporte. Al fin y al cabo, Dodgers y Giants fueron una vez dos equipos que compartían la misma ciudad y competían por el mismo premio. Su rivalidad se convirtió en una de las más grandes del deporte. La necesidad de tener anclas en las grandes ciudades en cada liga parece menos importante en la era de la prensa moderna, donde los consumidores de medios deportivos pueden verlo todo, todos los días.


Con 32 equipos, la MLB tendrá que decidir probablemente entre divisiones de ocho o cuatro equipos dentro de sus dos ligas. La preferencia: divisiones de ocho equipos con los ganadores de la división obteniendo algo más - quizás evitar la primera ronda en la postemporada. Esto casi aseguraría que un equipo mediocre o uno con un récord negativo no alcanzara los playoffs. Este plan ve a las divisiones Este y Central formar una liga y a las Medio Oeste y Oeste, otra.

Hay bastantes otros emparejamientos que podrían realzar las rivalidades, sólo si jugaran más a menudo y por lo mismo: títulos de división, apariciones en el playoff y banderines.

Generalmente, la proximidad geográfica y una historia compartida de éxito comparable es lo que lleva a las rivalidades. En las 10 principales rivalidades de la MLB, nueve equipos bien compartían el mismo estado, bien estaban a menos de 500 kilómetros el uno del otro.

Las tres principales rivalidades tienen todas fuertes lazos geográficos. Además del Dodgers - Giants, los New York Yankees y Boston Red Sox son por supuesto vecinos del noreste y los Cubs y St. Louis Cardinals están separados por cuatro horas de viaje. Hay potencial para más como estas.


Hay bastante espacio para mejorar o añadir rivalidades geográficas. Si consideramos una propuesta División Este que presente una competición regular entre los Baltimore Orioles, Washington Nationals, Philadelphia Phillies, Yankees y New York Mets y Red Sox sería muy divertida.

Por supuesto, también hay sacrificio en este plan en aras de los beneficios a largo plazo.

Los Cincinnati Reds tendrían que renunciar a sus lazos históricos con los Cardinals y Cubs, pero, junto con los Pittsburgh Pirates, tendrían una oportunidad de formar nuevas rivalidades uniéndose a los Detroit Tigers y Cleveland Indians en otra propuesta división. Esos cuatro equipos están a 250 kilómetros los unos de los otros. Los Toronto Blue Jays tendrían que romper lazos con sus rivales de la American League East, pero podrían renovar su rivalidad con los Tigers, otro equipo de los Grandes Lagos. Y, si los Expos vuelven a Montreal, renacería una rivalidad canadiense intensa y natural.

La Pearson Cup podría volver, sólo que esta vez contaría.


Los Royals harían compañía a los Cardinals, votados por los aficionados de Kansas City como su principal rival pese al hecho de que están en una liga diferente.

El otro objetivo con este plan: menos viajes. La idea es que las divisiones basadas radicalmente en la geografía crearían un mejor producto ya que los jugadores tendrían menos jet lag. Se conoce que el jet lag afecta al desempeño en los deportes profesionales. Quizás los agrupaciones del año pasado por el COVID de las divisiones Este, Central y Oeste, con los equipos enfrentándose únicamente los unos con los otros, jugó un papel en que la ventaja de campo casi desapareciera.

Los Seattle Mariners son un caso extremo, pero su plan de reordenación ve que las 12 ciudades que están a 3200 kilómetros o más ya no comparten una división o liga.

El otro giro evidente en esta propuesta: ya no es necesario el juego entre ligas. Y hay un argumento por el que debe acabar. Los equipos jugarían contra sus oponentes de división 14 veces y con los otros oponentes de la liga ocho veces, para llegar a los 162 partidos.

El factor de la novedad se ha acabado. La asistencia entre ligas fue una vez mayor que la de los enfrentamientos dentro de la propia liga, pero la diferencia ha caído entre un 0.3% y un 4.2% desde 2013, ya que los partidos ya no se reservan para fechas de fines de semana de verano.

El fin del juego entre ligas también podría potenciar el All-Star Game y la Serie Mundial. Las audiencias televisivas del All-Star Game han venido disminuyendo durante años. Las audiencias de la Serie Mundial también continúan cayendo y fueron las peores del registro el pasado octubre.


Mientras que las fracturadas audiencias de la televisión por cable y otros problemas juegan papeles importantes en la tendencia a largo plazo, las audiencias del All-Star Game y la Serie Mundial empezaron a tambalearse verdaderamente a finales de los 90, después de que el juego entre ligas empezara en 1997. Puede que la correlación no implique causalidad, pero parte de la intriga del All-Star Game y la Serie Mundial durante generaciones fue el hecho de que jugadores y equipos de ligas opuestas no se habían enfrentado los unos con los otros durante la larga temporada regular. Los aficionados nunca sabían bien quiénes eran los mejores jugadores o qué liga era la más fuerte cuando se emparejaban. Esa era una razón para ver - quizás una importante razón.

Sí, una reordenación tan radical prevendría a aquellos en la Costa Este ver, por ejemplo, a Mike Trout pasar por la ciudad una vez al año. Ese es un argumento para el statu quo, pero es un problema mucho menor en la era digital.

La MLB se enfrentará probablemente a un debate en el futuro no muy distante: ¿Deberían los aficionados de una ciudad en particular ser capaces de ver tantos equipos como sea posible o debería ponerse el foco en un grupo más estrecho de oponentes de rivales más cercanos geográficamente y que jueguen más a menudo? El debate será una oportunidad para que la MLB repiense su mapa, y debe considerar algo radical.

~Ferran On Sports~

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