El equipo de Seattle que ganó la Stanley Cup
Cuando los Seattle Kraken revelen a su primer portero este miércoles en el draft de expansión de la NHL, algunos compararán inevitablemente a ese jugador con Marc-André Fleury
Quizás eso no será justo. Los anillos de la Stanley Cup adornaban tres de los dedos de Fleury cuando los Vegas Golden Knights lo capturaron desde los vigentes campeones, los Pittsburgh Penguins, en 2017. Fleury acaba de ganar el Vezina Trophy y ha llevado al 31er club de la liga en múltiples playoffs.
Los amantes de la historia del Pacífico Noroeste tendrán otro punto de referencia en la mente: Hap Holmes, que patrulló el área para los Seattle Metropolitans de 1916-17, el primer campeón estadounidense de la Stanley Cup. Esa trascendental temporada, Holmes tenía 29 años y poco pelo. La gorra que llevaba en la portería le resguardaba del tabaco que los aficionados visitantes escupían a su cabeza. Incapaz de esquivar el jugo, Holmes era ágil y vertiginoso con el puck delante de él. Hap venía de Happy y, en la vida y en la victoria, una sonrisa era su expresión por defecto.
El juego bajo palos de Holmes propulsó a Seattle a la gloria la temporada antes de que se formara la NHL. En los primeros años de la Stanley Cup, los clubes amateurs de Montreal, Ottawa y Winnipeg acaparaban la posesión del trofeo y se deshacían de aspirantes que llegaban desde Rat Portage, Ontario, a Dawson City, Yukon. De 1893 a 1915, ningún equipo estadounidense jugó por la Copa, pero en 1916, los Portland Rosebuds se quedaron a un gol de negar a los Montreal Canadiens su primer título.
Los Canadiens jugaban entonces en la National Hockey Association, Portland y Seattle eran rivales en la PCHA y peleaban contra los Vancouver Millionaires por la supremacía del circuito profesional que introdujo el área, la línea azul y el pase hacia delante. Los Metropolitans debutaron en la liga en la 1915-16 como un aspirante ya hecho, no como Vegas un siglo después. Algunos de los anotadores más temibles de la época y jugadores completos regresaron a Seattle el siguiente otoño, nueve hombres llegados desde todo Canadá para formar lo que perdura como el mejor equipo de la ciudad.
Tres fieles Metropolitans - Holmes, Jack Walker y Frank Foyston, el líder en goles y puntos en una carrera de la franquicia - están en el Hall of Fame. La visión de Foyston con el puck elevaba a sus compañeros. Walker dominaba el hook check, mediante el cual realizaba una entrada a la espalda e hincaba una rodilla para despojar a sus oponentes.
Los Mets de la 1916-17 estaban entrenados Pete Muldoon, 29, un campeón regional de boxeo de peso semipesado que predicaba la velocidad y el juego de equipo en el hielo. El club de Muldoon podía irritar y dominar (Foyston y Bernie Morris sumaron 73 goles en 24 partidos). Prácticamente, Holmes era una estrella, también. Permitió 80 goles esa temporada regular, o 3.33 por noche - élite si consideramos que los defensas jugaban a menudo el partido entero de 60 minutos.
Los Mets, que operaban desde el Seattle Ice Arena de $100.000 - la Metropolitan Building Company construyó el cobertizo en 1915 e inspiró el nombre del equipo - registraron 16-8 contra los Millionaires, Rosebuds y Spokane Canaries. La 1916-17 fue una temporada perdida para los Canaries, que se trasladaron al sur desde Victoria cuando las autoridades canadienses requisaron su pista local para el entrenamiento bélico. Seattle apalizó a Spokane para siete victorias, incluidos unos resultados de 14-1 y 7-0 para empezar y acabar febrero.
Cuando un sucio slash magulló su rodilla en el 14 a 1, Morris ignoró el consejo del equipo médico para regresar el siguiente partido. El 2 de marzo en Portland, el último día de la temporada, se tenía en pie lo suficiente para anotar anotar dos veces y asegurar a Seattle el título de la PCHA.
En la Final de la Stanley Cup, los Mets se enfrentaron al campeón de la NHA, los Canadiens, que superaron a los Ottawa Senators originales por 7 a 6 en la final a dos mangas de esa liga. Empatados en el global de goles al final del Game 2, Montreal aprovechó un fallo del portero de Ottawa para reservar su billete a Seattle, donde se iba a celebrar todo el choque al mejor de cinco por la Stanley Cup. Los vigentes ganadores de la Copa se subieron a un tren privado esa misma noche y dejaron el trofeo detrás para proyectar que retendrían su propiedad.
La preocupación por que el viaje internacional mellaría la aptitud de los Canadiens era compensada por las ventajas que los Habs llevaron a la final. De media, los titulares de Montreal superaban en peso a los de Seattle y promediaban 183 libras cada uno por las 156 de los Mets. El extremo de los Habs Didier Pitre anotó un hat trick contra Portland, y cuatro goles en total, en el triunfo en la Copa del año anterior. El jugador entrenador Newsy Lalonde era el mejor anotador previo a los Original Six del hockey. Entre los palos estaba Georges Vezina, cuyo nombre lleva el premio de Fleury.
Estas leyendas se dirigían a una ciudad que una vez fue un pueblo de fábricas de 3500 personas. Seattle se convirtió en un destino en los años noventa del siglo XIX como una puerta de entrada a la fiebre del oro de Klondike.
Mientras desembarcaba el sábado, 17 de marzo, el día del Game 1, el manager de los Canadiens, George Kennedy, se detuvo para contribuir al diálogo previo a la serie. Animado por la presencia de Lalonde en el viaje - la NHA había autorizado a la superestrella para enfrentarse a Seattle después de que fuera suspendido contra Ottawa por su trabajo con el stick elevado - Kennedy predijo a los periodistas un triunfo fácil de Montreal. El óxido del trayecto puede que ayude a los Metropolitans en el partido inaugural, aclaró, pero los Canadiens barrerían los enfrentamientos restantes.
Como resultó, Kennedy estaba profundamente equivocado. El Game 1 se jugó bajo las normas de la PCHA, con siete hombres en el hielo por equipo (un rover incluido), Montreal bombardeó a Holmes en una victoria por 8 a 4 y anotó disparos flojos que estaba dispuesto a vengar. Ese fue el último triunfo de la temporada de los Canadiens. Las normas de la NHA gobernaron el Game 2 el siguiente martes, pero Seattle ganó por 6 a 1, reforzado por el hat trick de Foyston y la portería a cero que Holmes preservó durante los primeros 59 minutos. Disgustado, Lalonde golpeó a un árbitro durante una escaramuza al final e incurrió en una expulsión y una multa de $25.
El Game 3 confirmó que los Canadiens estaban fundidos. 1-0 abajo, Montreal desperdició una temprana ventaja de un hombre y recurrió a jugar sin prudencia. Abrumados por el ritmo de los Mets y exhaustos en el tercer periodo, los Habs concedieron tres goles en 1:56, permitieron un hat trick de Morris esta vez y perdieron por 4 a 1.
Kennedy hizo oídos sordos al resultado, presentó una protesta para que el Game 3 se volviera a jugar y reclamó que los árbitros erraron al no permitir que Harry Mummery sirviera su penalty después de que transcurriera la de Billy Coutu. Equivalió a un último recurso que Frank Patrick, presidente de la NHA, desestimó.
El Game 4 el 26 de marzo fue la coronación de Seattle. Estimulado por un primer tanto característico de los Mets, Seattle se puso 7-0 arriba antes de que los agotados Habs lograran entrar en el partido. El público puesto en pie del Ice Arena estaba más emocionado que los jugadores.
Al final, los Mets ganaron 9-1 mediante seis goles de Morris, que subió su registro en la final a 14, vigente récord de la Stanley Cup. Foyston anotó siete goles en total y Holmes se consagró bajo su gorra protectora al detener todos menos tres disparos tras el asalto del Game 1.
En cuanto al entrenador, Muldoon llegó a la cima de su profesión antes de su 30º cumpleaños. Ningún técnico más joven ha ganado nunca la Stanley Cup. La responsabilidad de enviar el trofeo al oeste cayó sobre Montreal.
Los Metropolitans y Canadiens estaban empatados en Copas cuando Montreal regresó a Seattle para una revancha en 2019. Esta fue la serie por el título que destrozó la gripe, que confinó a varios Habs en la cama con la serie empatada 2-2 y mató al defensa Joe Hall cuatro días después de que fuera cancelada.
Privados de la oportunidad, los Mets perdieron ante Ottawa en la Final de la Copa de 1920 y Vancouver los batió por el título de la PCHA en 1921, 1922 y 1924. Los Mets se disolvieron a finales de ese año cuando lo hizo la liga y el Ice Arena se convirtió en el aparcamiento de un hotel.
Ninguno de esas decepciones marcaron el final del trayecto en el hockey de Holmes. Cedido a la NHL para la temporada 1917-18, el risueño cancerbero llevó al Toronto Hockey Club - un antecesor de los Maple Leafs - al campeonato de liga inaugural y la Copa. Reunido con Foyston y Walker en los Victoria Cougars, su nombre y los de ellos fueron grabados en el cáliz en 1925. Holmes acabó retirándose con cuatro triunfos en la Copa, el número que Fleury está persiguiendo con Vegas.
Holmes tenía 53 años cuando murió en 1941. 31 años después, entró en el Salón de la Fama del Hockey póstumamente. Además de Gordie Howe, su promoción incluyó a Jean Beliveau y Bernie “Boom Boom” Geoffrion, jugadores fundamentales en los equipos de Montreal campeones de la Copa que estaban por venir.
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